No sé si es mejor o peor, pero las cosas en nuestro cerebro, da igual ideas que datos o recuerdos, no están organizadas según un orden lógico o cronológico, están como los libros en un estante, yuxtapuestos por el azar o el capricho. Así, en uno de los míos, encuentro la Odisea al lado de Proust y flanqueados los dos por unos tebeos del Capitán Trueno. Estoy convencido de que es ese caos fértil el que rige nuestra percepción y nuestra capacidad creadora: ese es el humus donde crece la imaginación.
El verbo leer viene del "legein" griego y el "legere" latino, cuyos significados oscilaban entre reunir, recoger y cosechar. ¿Cosechar, qué? Libros, historias, palabras dibujadas (letras, grafías: grafos, rayones sobre una piedra, sobre la arcilla cocida, sobre el papel…). Yo leo así de siempre, cosechando libros distintos, opuestos, complementarios, de un solo golpe de hoz o guadaña, al mismo tiempo, en paralelo más que en el desfile sucesivo…
Leer, cosechar