Recuerdo, a menudo, aquella película, El coleccionista -así titulada, al menos, en la versión española-, en que un inquietante Terence Stamp daba vida a un joven empleado de cuello blanco, gris, aburrido y misántropo que, tras tocarle en suerte un premio de lotería o una quiniela, se convirtió en un siniestro «coleccionista» de mujeres.
El coleccionista
El coleccionista
El coleccionista
Recuerdo, a menudo, aquella película, El coleccionista -así titulada, al menos, en la versión española-, en que un inquietante Terence Stamp daba vida a un joven empleado de cuello blanco, gris, aburrido y misántropo que, tras tocarle en suerte un premio de lotería o una quiniela, se convirtió en un siniestro «coleccionista» de mujeres.